Si quiere vender mejor un piso, póngale una chimenea

Estos aparatos son el perfecto gancho comercial porque además de dar calor se han convertido en piezas decorativas aptas para todas las casas

El gusto por la chimenea es incombustible. La atracción hipnótica del fuego, las llamas parpadeantes y el crepitar de la madera convierten a estos aparatos en modas eternas. Son herencias del pasado, pero se han adaptado con pericia a las tendencias del momento. Tanto que muchos aparatos no son más que elementos decorativos y, aun así, se han convertido en uno de los mejores ganchos comerciales. «Son muy valoradas por el comprador de viviendas de lujo, sobre todo en chalés de montaña, por lo que suponen un incremento en el precio por tratarse de un valor añadido artístico y estético que apenas reduce la superficie útil de la propiedad», considera Emmanuel Virgoulay, socio fundador de Barnes España. También están más que acostumbrados a vender viviendas con chimeneas en la agencia Gilmar: «Es un valor añadido en cualquier inmueble que denota calidad y estatus. Estéticamente transforman un espacio», incide María Padín, directora de Soluciones Constructivas de la firma. Es difícil calcular el impacto en el precio, pero lo cierto es que «la chimenea puede ser un plus y ayudar a tomar una decisión de compra ante dos viviendas con similares precios», apunta César Escobar, codirector del área de Control de Tasaciones de Tinsa.

Den o no calor, hoy cumplen una función decorativa en viviendas, hoteles y restaurantes. «Se busca separar ambientes o simplemente disfrutar de un fuego, sea real o no», dice Pedro Torrecilla, responsable de Chimeneas Lumbre. Ya no hay que tener una casa de grandes dimensiones. Los pisos, da igual el tamaño, son sus nuevos aliados.

En las ciudades crece la demanda de aparatos de gas, sobre todo en los pisos de barrios acomodados con una vieja chimenea de leña. Se controlan a través de un mando a distancia y se regula y programa la temperatura. Las llamas surgen de entre los troncos o piedras decorativas de cerámica y, lo mejor, es que no ensucian. «Se llevan los modelos cuadrados, con embocaduras y con efecto leños que simulan el fuego», apunta Torrecilla. «Tienen una potencia de entre 6 y 7,3 kilovatios, suficientes para calentar hasta 50 metros cuadrados. Aunque son hasta 10 veces más caras que las de leña y también el combustible es más costoso», indican en Habitissimo, portal de reformas, arquitectura e interiorismo. No hay que olvidar que, como cualquier instalación de gas, necesita una salida de humo exterior, aunque puede hacerse a través de la fachada. Sus precios pueden ir desde 2.300 a 6.000 euros, según lo vanguardista del diseño, el tamaño y la potencia.

Pero si la vivienda lo permite, nadie se resiste a la leña, sobre todo en unifamiliares. La última moda son los diseños de tres caras. «El 50% de las instaladas en España está en zonas de clima mediterráneo, donde el 15% de las viviendas no tiene ningún sistema de calefacción», cuentan en Habitissimo. Las ventajas son obvias: la madera es renovable y barata. «Son elegidas, aparte de por el espectáculo del fuego, por su poder calorífico», dicen en Leroy Merlin. El gasto es de unos 56 euros al mes para calentar una vivienda. Los inconvenientes también son obvios: es necesario tener una salida de humos cubierta y un tiro de al menos 250 o 300 milímetros de diámetro, además de almacenar leña y limpiar cenizas. El desembolso oscila entre 1.500 a 4.000 euros.

En Leroy Merlin recuerdan que a partir de 2022 todos los aparatos de leña deberán cumplir la normativa europea Ecodesign. «Esto significa un ahorro de hasta un 40% en leña, reducción de ceniza en otro 40% y emisiones casi cero».

Una de las firmas que más ha contribuido a hacer de las chimeneas, tanto de leña como de gas, piezas casi de museo ha sido la francesa Focus, con más de 50 años de historia. Las metálicas suspendidas del diseñador Dominique Imbert se han convertido en objetos escultóricos y artesanales. Esta firma cree que aunque en España, por tradición y cultura, existe preferencia por la leña, las de gas serán el futuro. El modelo más vendido de su historia, el Ergofocus, cuesta desde 5.670 euros más IVA.

Fuego enchufado

Más que para calentar, las eléctricas se usan para decorar. Y aun así, su demanda se ha disparado. Las hay para fijar en la pared como si fuera una pantalla plana o para encastrar imitando la clásica chimenea de leña. Hacen una recreación del fuego bastante real e incluso las hay con el sonido grabado de los leños quemándose. «Están compuestas por un sistema de resistencias eléctricas y un ventilador que distribuye el calor. Las llamas que vemos son en realidad luces y, por lo tanto, no producen ningún residuo», describen en Habitissimo. Ahora bien, no son recomendables como sistema único de calefacción, ya que tienen entre 1.000 y 2.000 vatios de potencia, lo que significa un alto consumo eléctrico y no generan calor residual como las tradicionales.

Dentro de esta categoría existen modelos con vapor de agua —puramente decorativos, sin potencia calorífica— y con luces led, que cambia de tonalidad para simular el fuego y que suelen llevar un calefactor, comentan en Chimeneas Lumbre. Sus precios rondan los 1.000 euros, aunque hay modelos muy sencillos desde 150 euros.

Para pisos, grandes o pequeños, lo que mejor está funcionando son las chimeneas de bioetanol porque, además de decorar, pueden ser un apoyo al sistema de calefacción de la casa. No necesitan instalación, se pueden colgar en la pared o colocar sobre un mueble. Una de 1,5 litros de capacidad puede mantener las llamas durante unas cinco horas y su precio parte de 170 euros.

Están revolucionando el mercado desde hace algunos años. Son las chimeneas de pellets, un combustible más económico que el gas y la electricidad. «Este último año han crecido un 42% las peticiones respecto a 2018», apuntan en Habitissimo. Los aparatos «pueden ser canalizables, lo que permite calentar a la vez varias estancias», inciden en Leroy Merlin. Es necesaria salida de humos y espacio para almacenar los sacos de pellets.

EL PAÍS

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